(Buenos Aires )
En el libro Un cuarto propio de la escritora inglesa Virginia Woolf, habla acerca de Las mujeres y la novela de su opinión sobre un tema menor: “para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela”, dice.
Virginia Wolf considera, que cualquier tema donde interviene el sexo nadie puede esperar decir la verdad. Actualmente diríamos donde interviene el género y no el sexo.
En cuanto a mi experiencia personal, siempre escribí donde pude: en un bar, en el living, en la cocina, en el dormitorio y hasta en el baño, cuando mis hijos eran chicos.
Claro que nunca pretendí hacerlo todo perfecto como cuenta una biografía de la poeta Sylvia Plath: no sé cocinar bien, no sé tejer bien, no sé coser y menos hacer colchas de patchwork y otras complejidades. Puedo resolver, eso sí, difíciles cálculos matemáticos – porque eso estudié en la universidad – y analizar y diseñar un sistema de información porque eso estudié en la universidad y en eso trabajé muchos años. Puedo imaginar y fundar una revista y dirigirla, escribir un cuento, un ensayo, una novela, tomar fotografías, pintar y dibujar. Me gustan los niños, crié dos, cultivar plantas y flores, los jardines y pasear por el campo. Pero no me pidan que me salga bien una comida complicada o que amase pan, pizza o fideos porque no me saldrá bien.
Es que nunca pretendí escribir poemas como Sylvia Plath y ser un ama de casa perfecta. Nunca pude poner un pollo al horno y manejar un lavarropas al mismo tiempo. O el pollo se quemaba o la cocina se inundaba, si hacía las dos cosas simultáneamente. Por eso prefiero escribir cuentos aunque ya llevo escritas dos novelas y una en camino. No sé porque nunca me atuve a la fórmula de Virginia Woolf del cuarto propio y solucioné el tema del espacio como pude. Esa es mi manera de hacerlo.
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