(Buenos Aires)
En 1983, un año después de la Guerra de Malvinas, empecé impulsada por una necesidad extraordinaria el largo camino del arte. Decidí que mi vida iba a transitar por el camino de lo artístico.
Empecé pintando, después, en 1986, me di cuenta que finalmente había llegado el momento esperado desde los siete años: dedicarme a escribir. Me encaminé hacia ahí, descubrí que la literatura era el lenguaje que yo hablaba. Que me entendería con quienes hablaban el mismo lenguaje y que ya no había para mí posibilidades de otra cosa. Hoy, siento que el trabajo es inmenso, feroz, una cruzada, es casi derribar un árbol y ponerse a hacer una escultura en madera hasta encontrar la forma. Lo oculto detrás de lo banal, eso es lo que persigo. Descubro un personaje, real, lo observo, converso con él, lo elaboro hasta que lo hago mío.
Después sólo me queda volcarlo al papel, darle vida, vida literaria. Entonces, ahí sí, se hace más real que el personaje de la vida cotidiana.
(c) Araceli Otamendi
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