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viernes, 11 de febrero de 2011

Extraños en la noche de Iemanjá - (fragmento)



Había quedado en encontrarse con ella a eso de las ocho. Estaba haciendo tiempo en un bar. El barrio era bastante alejado del centro. Habían puesto algunos adornos en forma de corazón, de color rojo. Estaba claro que iban a festejar el Día de San Valentín, el día de los enamorados, que al parecer se había hecho univeral. En el bar había algunas parejas tomando algo.
¿Cómo había dado Mariana  con la pista de ella? Averiguando, simplemente, averiguando.
La mujer llegó con el pelo algo alborotado, los ojos saltones y muy pintados, tenía puesto un juego de pantalón y camisa verde algo chillón. Parecía más joven de lo que era, se notaba el artificio. El pelo liso y negro como una muñeca egipcia, tal vez con un aire a Cleopatra. La vio y por las señas la reconoció enseguida.

-         ¿Qué tal? – preguntó la detective
-         Bien, bien, me costó estacionar. Pero por suerte hay un estacionamiento en la otra cuadra y dejé el auto ahí.
-         ¿Qué va a tomar?
-         Un café – pidió

Mariana se quedó observándola. La mujer, se llamaba Margarita, pidió que la llamara Marga, parecía decidida, audaz y al mismo tiempo tenía algo en la mirada, un brillo extraño, una cierta tristeza, mezclada con una serie de sentimientos que la detective no podía detectar por ahora.
Lo mejor era que ella estuviera dispuesta a hablar sin tapujos, que contara lo que le pasaba, lo que le había pasado con Willy Agastizábal.
Después de tomar dos cafés, conversar de temas triviales como las vacaciones, el auto, el perro, y varias cosas más, la mujer empezó a contar algunos detalles.
Era el Día de San Valentín, y la mujer empezó a recordar.

-         Claro que me acuerdo – dijo ella. - ¿ Pero usted, por qué quiere saberlo?

-         Al parecer Willy Agastizábal apareció ahogado en una playa. Todavía no se ha podido confirmar. Estoy siguiendo algunas pistas, a pedido de su familia.

-         ¿De la familia de Willy?

-        

-         En realidad, no sé si soy la indicada para hablar….

La mujer se quedó callada durante algunos momentos. Después miró a Mariana a los ojos y dijo: - Hoy se festeja el Día de San Valentín y yo debería hablar…

-         ¿Y por qué no lo hace, entonces?

-         Porque creo que conocí a Willy en una etapa de mi vida que no existe más. Claro que lo conocí, era un hombre seductor y tramposo. No tengo buenos recuerdos de él.

-         ¿Y qué más podría decirme, Marga? ¿Cómo lo conoció?

-         Creo que lo conocí  de vacaciones, en la playa, creo que jugando al tenis.

-         ¿Usted juega al tenis?

-         Sí, y además nado, y además hago gimnasia, ¿se nota?

A todas luces la mujer quería demostrar que estaba en forma, en competencia, en la lucha por seducir y por quien sabe cuántas cosas…

-         Se nota, tiene buena figura, Marga. - ¿Podría contarme algo más de Willy?
-         Como le dije antes, no tengo buenos recuerdos de él. Además, estoy en una nueva etapa.
-         ¿Ah, si?
-         Sí.

La mujer lo dijo con seguridad. Después sacó un teléfono celular de la cartera y miró un mensaje de texto. Se le iluminaron los ojos.
-         ¿Algo importante? – preguntó la detective
-         Sí – dijo ella. Y casi en secreto: - Un nuevo amigo, con el cual ya llevo casi dos años… y dos años para mí, es mucho tiempo.

-         ¿Y podría contarme algo acerca de él?

-         ¿De Willy o de mi amigo? Si quiere, podría contarle algo de los dos…

-         Bueno – dijo Mariana, preparándose a escuchar …

-         Lo único que voy a decirle, por ahora, hasta que la conozca más, es que conocí a Willy, y que me desilusioné de él después de mucho tiempo. Y entonces apareció
     Claudio 

-         ¿Su nuevo amigo?

-         Sí.

-         ¿Y cómo fue que lo encontró a Claudio?


            La mujer se puso seria. Con voz acongojada contó que desesperada por la ruptura con Willy, llorando, por las calles de arena de la playa, casi la atropella un auto. Y en el auto iba  Claudio.

-         ¿Cómo puede ser que una mujer de su edad, Marga, con tanta experiencia de vida, se hubiera puesto así por una relación con ese hombre, Willy?

-         Soy psicóloga, señorita Mariana, pero a mí eso, no me sirvió, me enredé con Willy como se deben haber enredado muchas personas. Y por eso corté con él, no quise verlo más. Después no supe más nada de la vida de Willy ni de él, ni quisiera saber tampoco nada más. Estoy en una nueva etapa de mi vida…

-         ¿Y va a festejar el Día de San Valentín?

-         Claro, porque Claudio es un hombre tierno, y los hombres así como él, todavía se pueden enamorar…

Las dos mujeres se quedaron conversando en el bar. Después Marga ofreció llevarla a Mariana a la casa en el auto. Pero eso fue sólo un pretexto. Recalaron en varios bares más, dieron una vuelta larga por la costanera, era una noche de verano, las estrellas iluminaban el cielo, y a lo largo de la vereda se podían ver algunos pescadores. Mariana quería sonsacarle más acerca de Willy. Pero Marga, que evidentemente vivía otra etapa, de lo único que quería hablar era de su nuevo amor,  Claudio…


 (c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados




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