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martes, 1 de febrero de 2011

Extraños en la noche de Iemanjá - (fragmento)



Extraños en la noche de Iemanjá (fragmento)

Desde las ventanas del piso veinte se puede ver bien la ciudad. Buenos Aires parece distinta. Los techos de las casas y de los edificios se ven como rectángulos o cuadrados. En una de las terrazas hay una piscina de plástico, seguramente hasta hace un rato había niños jugando en el agua. El río se ve más lejano. Parece un espejo calmo. El verde de los árboles aparece difuminado antes del gris del cielo. Dentro de pocos minutos se desatará una tormenta que se viene anunciando desde hace varias horas. Seguramente será como una de esas tormentas tropicales que cada vez se están dando más en una ciudad como ésta. Llueve fuerte, luego para y hace más calor. Como en Brasil, en la playa. 
En una mesa del bar, en una esquina, están sentadas dos mujeres hablando. Una de ellas es Marta Agastizábal. La otra es una mujer detective, Mariana Smith. Esta última hace poco tiempo ha dejado la agencia donde trabajaba investigando casos menores y se ha puesto a investigar por su cuenta. Casi todas sus clientes son mujeres. Marta Agastizábal ha pedido un jugo de naranja. Mariana Smith, un café y un agua mineral sin gas y hielo.

-         ¿Y por qué cree que la investigación no avanza? – pregunta Mariana
-         Porque el detective que contraté no ha averiguado todavía nada – contesta Marta
-         ¿Cuál cree que es el motivo?
-         Creo que le gustan demasiado las mujeres, lamentablemente, como a Willy, mi marido…
-         ¿Y usted piensa que…?
-         En realidad yo no pienso nada. Son conjeturas, nada más. Creo que él, el detective se está viendo con todas las mujeres con que Willy se veía…
-         ¿Y eso?
-         Yo lo entiendo, Willy era un hombre atractivo para cualquier mujer, siempre fue presa de las mujeres… lamentablemente
-         ¿Y usted cree que…?
-         Que este detective es también presa de las mujeres, es un seductor,  o lo seducen, no sé, lamentablemente, creo que me equivoqué al contratarlo…
-         ¿Y usted quiere que yo lo investigue?
-         Sé que usted no se dejaría seducir por él..
-         ¿Y cómo lo sabe?
-         Usted, Mariana, es una persona inteligente. Sé que estuvo casada varias veces. Si yo la pongo sobreaviso de la situación, de las características de  Willy y de este detective,  usted no puede caer en esa tentación…
-         De eso esté segura, Marta. Yo sé cómo manejarme en una situación así..
-         ¿Entonces trato hecho?
Marta Agastizábal puso un sobre con el dinero sobre la mesa.
-         Cuéntelo…son veinte mil…


         Mariana revisó el sobre, luego  dijo: 


- Trato hecho. – Quiero que me cuente quienes son esas mujeres de la playa. Esas con las que ahora este detective se está entreteniendo tanto…

Las dos mujeres se miraron. Habían establecido una complicidad y un trato. Estuvieron hablando durante más de una hora. En una de las mesas del restaurant había algunos turistas, hablaban en inglés, se reían…
Se podía hablar ahí en ese lugar, con esa vista tan espléndida de la ciudad,  tranquilamente, sin que nadie las escuchara. Marta se sinceró con Mariana acerca de lo que estaba sintiendo al ver que después de tanto tiempo la investigación no avanzaba.
Mariana le pidió más datos acerca del socio de Willy, Mario Bruno...

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados 



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