Mariana, la detective, se sentó en un bar del puerto frente a los yates. La vendrían a buscar para ir al barco del señor Agustini. Agustini , le había dicho Marga, conocía a Willy Agastizábal. ¿Cómo se tejía la trama de todo esto? Mariana se lo preguntaba mientras miraba el agua, los barcos, y a lo lejos, el horizonte. Era una tarde espléndida, el cielo azul cobalto, las nubes blancas, una brisa de verano. Sin embargo, algo le decía que el encuentro con Agustini no iba a ser tranquilo.
Marga, la psicóloga que había conocido a Willy bastante bien, le había dado algunos datos más a Mariana. Ella sabía acerca de algunas amistades de Willy y algunas otras cosas.
El hombre pasó a buscar a Mariana en una camioneta, era el marinero, según dijo. El señor Agustini la esperaría adentro del barco.
Cuando el hombre que manejaba la camioneta se detuvo, Mariana vio a unos metros un barco fondeado. Tenía en el mástil una bandera con el dibujo de una bruja y Mariana le preguntó al hombre a qué se debía eso. Una sonrisa iluminó la cara del marinero. La bandera con la bruja era la señal para indicar que la mujer del dueño del barco estaba a bordo. ¿Y eso era cierto? Preguntó Mariana. Para nada, dijo el hombre. Es porque el señor Agustini quiere recibirla a solas, estaré yo presente, nadie más...
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