El primero de los deseos de Ludwig fue que se cumpliera uno de sus sueños recurrentes: una mujer le entregaba un papel con símbolos que él no podía descifrar. Tal vez fuera un mensaje. En todo caso era imposible descifrarlo sin ayuda. Al final del sueño alguien le descubría el significado. El segundo deseo era terminar de una vez y para siempre la investigación del caso de Willy Agastizábal. El tercero era ver a Mónica, su ex- mujer cuanto antes y hablar con ella. Y mientras sentía las plumas cálidas del pájaro entre sus manos cerró los ojos y pensó en los tres deseos varias veces. Después, el detective abrió sus manos y dejó volar al pájaro quien se alejó hacia el mar. Se había llevado en su vuelo sus deseos más secretos, esos que no deben contarse a nadie.
Ludwig sintió que la arena caliente le quemaba los pies y se puso los zapatos. Ahora, caminando por la playa escuchaba el murmullo del viento y le parecía que le susurraba palabras en los oídos. ¿Qué clase de palabras podría murmurarle el viento al oído? ¿No eran acaso más que voces llegadas de lejos, tal vez con respuestas? ¿Qué estaba haciendo en esa playa? ¿A quién le importaba el asesinato, si es que lo era, del hombre ahogado? Nadie sabía nada, nadie lo había visto y si lo sabían o lo habían visto lo ocultaban. ¿Y si no hubiera sido un asesinato sino un suicidio?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente esta nota