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jueves, 25 de noviembre de 2010

Extraños en la noche de Iemanjá - Montevideo* - (fragmento)



Extraños en la noche de Iemanjá

Montevideo (fragmento)

“…El de ellos había sido un amor lento, finalmente lento, pensaba. La vio ahí con la cabeza apoyada contra el cristal. Un amor lento, desesperado y en fuga, lento  como las cosas que tardan en morirse o en desaparecer. Seguramente la vieja tarotista sabía del amor porque lo había enviado ahí como si supiera lo que iba a ocurrir.
El pelo, como siempre, lacio y oscuro, apenas pasaba los hombros. Ella tenía un libro sobre la mesa, había tomado un café, y ahora escribía. El atardecer caía lánguido como una gasa. Era un atardecer de Montevideo viejo, antes de que las luces se enciendan y la ciudad tenga vida en los bares, en las librerías, en la calle.


       Me mira y no sé qué mira. Tal vez las cosas se van agrupando por afinidad, se reúnen y no se sabe por qué azar se han conjurado. Si fuéramos personajes, me gustaría saber quién nos escribe, quién nos sueña. Si fuéramos personajes de alguien le diría que nos agregue un poco de humor, eso que les falta a los caldos, a las gallinas y a las orquestas sinfónicas, según decía André Breton. Breton, decía también que la debilidad del humor eran los crepúsculos siempre que parezcan un huevo al plato. Cuando aprendí a manejar me advertían de no salir a la ruta durante el crepúsculo. Humor, rebelión superior del espíritu.

        Tal vez no sea ella, pensaba. Tal vez sea otra, es parecida. La noche se extiende al fondo  como un manto oscuro, con luces de hielo. La idea de pilotear el avión se la dio Renzo Olivera. Pero ¿podía esperar hasta  hablar con ella?..."

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados 

*Montevideo es un capítulo de la novela policial "Extraños en la noche de Iemanjá"


       

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