Extraños en la noche de Iemanjá (fragmento)
…El detective se sentó y miró a Lila. Mientras él miraba a Lila, el monito había tomado una banana de una canasta y había arrojado la cáscara al piso.
Lila miró entonces al detective y le dijo:
- ¿Le extraña?
- Para nada
- Usted no parece extrañarse de nada señor Ludwig
- ¿Por qué me dice eso?
- Porque esta noche vino a mi casa para saber algo …
- Es cierto…
- Y todavía no ha ido al grano …
- También es cierto…
- ¿Qué espera para hacerlo?
Está bien, dijo él.
- ¿Cuándo conoció a Willy Agastizábal?
Lila miró al detective, lo miró a los ojos y se dijo seguramente que el detective sabía algo.
- Lo conocí un verano, aquí en la playa, ¿es suficiente?
El detective miró la noche, oscura cómo se asomaba por la ventana. Tal vez sería mejor si fueran a dar un paseo por la playa. La noche era espléndida, había luna llena y los grillos cantaban.
- ¿Se anima a dar un paseo por la playa?
- ¿A esta hora?
- Sí
- Usted quiere que yo hable, señor Ludwig, quiere que…
Ludwig la interrumpió.
- Quisiera preguntarle algunas cosas más…
- Creo que lo que usted quiere saber es si Willy y yo tuvimos algún tipo de amistad, de relación…
- Lo dijo usted…
- Sí, es cierto. Me gustaría decirle algo. Willy era un hombre atractivo, …
- ¿Y eso?
- ¿Le dice algo?
- No, todavía no.. .
- Cualquiera podría suponer algo, que tuvimos algún tipo de relación, pero ¿por qué tendría que ser cierto? Además usted me invitó a dar un paseo señor Ludwig.
- Sí, ¿vamos ahora?
- Tengo que cambiarme…
El detective se dedicó a mirar los muebles, buscaba en los objetos algún dato, alguna señal. Encontró en una pequeña caja un anillo y lo miró. Parecía de oro. Lo dio vuelta. En el interior del anillo había un número y una letra.
- ¿Por qué hace eso señor Ludwig?
Ludwig dejó el anillo en la caja y miró a Lila, la miró a los ojos.
- Sólo curiosidad
El mono había quedado solo adentro de la casa. Lila y el detective salieron a caminar por la playa. La arena estaba húmeda, parecía empapada por el rocío de la madrugada, Lila caminaba descalza y el detective se había quitado los zapatos y los llevaba en la mano.
Estaban lejos de la casa cuando escucharon el ruido del motor de un auto, parecía venir a toda velocidad. El detective empujó a Lila hacia los médanos y se arrojó en la arena.
- ¡Cuidado! Casi nos mata, atinó a decir él. Lila se incorporó sacudiéndose la arena del cuerpo. El detective hizo lo mismo.
Seguirían caminando por la arena un poco más. A lo lejos, se escuchaban algunos tambores y en el cielo se podían ver las estrellas y también el sonido del mar...
(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados
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