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viernes, 28 de enero de 2011

Extraños en la noche de Iemanjá (fragmento)



Extraños en la noche de Iemanjá (fragmento)

…El detective se sentó y miró a Lila. Mientras él miraba a Lila, el monito había tomado una banana de una canasta y había arrojado la cáscara al piso.
Lila miró entonces al detective y le dijo:

-         ¿Le extraña?
-         Para nada
-         Usted no parece extrañarse de nada señor Ludwig
-         ¿Por qué me dice eso?
-         Porque esta noche vino a mi casa para saber algo …
-         Es cierto…
-         Y todavía no ha ido al grano …
-         También es cierto…
-         ¿Qué espera para hacerlo?

Está bien, dijo él. 

- ¿Cuándo conoció a Willy Agastizábal?

Lila miró al detective, lo miró a los ojos y se dijo seguramente que el detective sabía algo.
-         Lo conocí un verano, aquí en la playa, ¿es suficiente?
   
      El detective miró la noche, oscura cómo se asomaba por la ventana. Tal vez sería mejor si fueran a dar un paseo por la playa. La noche era espléndida, había luna llena y los grillos cantaban.

-         ¿Se anima a dar un paseo por la playa?

-         ¿A esta hora?

-        

-         Usted quiere que yo hable, señor Ludwig, quiere que…

Ludwig la interrumpió.

- Quisiera preguntarle algunas cosas más…

-         Creo que lo que usted quiere saber es si Willy y yo tuvimos algún tipo de amistad, de relación…

-         Lo dijo usted…

-         Sí, es cierto. Me gustaría decirle algo. Willy era un hombre atractivo, …

-         ¿Y eso?

-         ¿Le dice algo?

-         No, todavía no.. .

-         Cualquiera podría suponer algo, que tuvimos algún tipo de relación,  pero ¿por qué tendría que ser cierto? Además  usted me invitó a dar un paseo señor Ludwig.

-         Sí, ¿vamos ahora?

-         Tengo que cambiarme…

     El detective se dedicó a mirar los muebles, buscaba en los objetos algún dato, alguna señal. Encontró en una pequeña caja un anillo y lo miró. Parecía de oro. Lo dio vuelta. En el interior del anillo había un número y una letra.


-         ¿Por qué hace eso señor Ludwig?

     Ludwig dejó el anillo en la caja y miró a Lila, la miró a los ojos.

-         Sólo curiosidad

El mono había quedado solo adentro de la casa. Lila y el detective salieron a caminar por la playa. La arena estaba húmeda, parecía empapada por  el rocío de la madrugada, Lila caminaba descalza y el detective se había quitado los zapatos y los llevaba en la mano. 
 Estaban lejos de la casa cuando escucharon el ruido del motor de un auto, parecía venir a toda velocidad. El detective empujó a Lila hacia los médanos y se arrojó en la arena.

-         ¡Cuidado! Casi nos mata, atinó a decir él. Lila se incorporó sacudiéndose la arena del cuerpo. El detective hizo lo mismo.

     Seguirían caminando por la arena un poco más. A lo lejos, se escuchaban algunos tambores y en el cielo se podían ver las estrellas y también el sonido del mar...

(c) Araceli Otamendi - Todos los derechos reservados 
      



     

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